sábado, 9 de noviembre de 2013

Misterio y embrujo; Cádiz

Nuestra querida Cádiz, Ave Fénix donde las haya, es de ello un buen ejemplo. La verdad es que Cádiz, desde los fenicios hasta el bicentenario, pasando por un saqueo y una catástrofe que a punto estuvieron de llevársela por delante, ha visto de todo. Su especialísima condición geográfica ha sido su fuerza a la par que su debilidad. Ahora, si el mundo sigue por donde solía, se me aparece como el principal centro histórico de una gran conurbación.

Un centro histórico, atípicamente situado en una punta de la misma, en un extremo exento, es decir aislado. Atípico ha sido Cádiz siempre y en bastantes más cosas. Tiene, además, nuestra ciudad, muchas cosas muy especiales, entre otras un esplendido patrimonio urbano extraordinariamente singular, homogéneo y esencialmente conservado. Tiene el encanto y la gracia de sus gentes, y un prestigio literario e histórico difundido por quienes aquí viajaron, y sin igual en ciudades de su tamaño.

Cádiz está buscando sus oportunidades en el mundo que se vislumbra. Necesitamos un ciclo ascendente. El mar le ha traído siempre todo y ahí sigue, oportunidad y riesgo, fuerza y debilidad. Las gentes seguirán viajando. Habrá cada vez más manifestaciones concretas de la inquietud viajera, del turismo, unos querrán ir a la playa, a la bahía o a los parques naturales cerca de ella. También tendrá que haber cada vez más de aquellos a quienes cautive ese encanto mágico y especial del Cádiz intramuros. De entre ellos, unos querrán saber o sabrán por qué le encanta y se lo podrán explicar, para otros será el misterio y el embrujo y a otros les pasará como a Dumas “nos gusta Cádiz sin, que sepamos lo que nos gusta de Cádiz”.


COMO DESCRIBE DUMAS A CÁDIZ:

“Por fin avistamos las primeras casas de la blanca Cádiz, que parecían salir del mar, pues todavía no se veía el suelo sobre el que la ciudad está construida, y que parecía sumergido en el agua. Esta blancura, que se destacaba contra el doble azul del cielo y el mar, como dice Byron, tiene algo de deslumbrante”

AL FINAL DEL SIGLO IV  LA VISITA RUFO FESTO AVIENTO, QUE  DICE:

“Aquí está la ciudad de Gadira, nombre con que los cartagineses denominaba los lugares fortificados, la cual fue llamada antes Tartessos. Fue en otro una extensa y rica población, pero hoy es pobre, humilde y arruinada.

Yo he visitado estos parajes, y, excepto el culto de Hércules, nada queda de notable en este lugar; pero fue tanta la importancia y el renombre de esta villa, que un grande y poderoso rey que reinaba sobre una nación de Mauritania, al otro lado del mar, y que era muy querido de Octavio, Juba, hombre de gran cultura, se estimó muy honrado con el nombramiento de duunviro de esta ciudad”.

 amaneciendo en Cádiz foto de José Madroñal

Información recogida de la biblioteca Municipal José Celestino Mutis de Cádiz





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