lunes, 22 de abril de 2013

NAVARROS Y VASCOS EN CÁDIZ

En el siglo XVIII, muchos navarros salieron de sus fronteras jugaron un papel destacado en la monarquía, especialmente, especialmente quienes se acercaron a las finanzas del rey.


La presencia de estos navarros que buscaban triunfar en otros lugares, la importancia de Cádiz en el siglo XVIII, fue el motivo principal de esas llegadas.

Las colonias de comerciantes navarros y vascos, invade la esfera de los oficios públicos de Cádiz, pone pie en el cabildo catedralicio, tan celosamente reservado a la pequeña nobleza indígena, obtiene regidurías, interviene con actividad y eficacia en la administración local, ocupa varios de los escaños de los señores del regimiento, superando a los lusitanos y no quedando debajo de los genoveses, los navarros jugaron un papel significativo en la ciudad, además de dedicarse a su comercio.

Con la llegada al trono de la monarquía borbónica a comienzos del siglo XVIII y, a lo largo del mismo, se llevaron a cabo una seria de reformas en materia económica, destacando las relaciones comerciales de España con sus dominios americanos. Los Borbones no rompieron con la política monopolizadora heredada de los Austrias, el único cambio fue el paso del monopolio mercantil de Sevilla a Cádiz.

Desde 1717, Cádiz se convirtió en el centro oficial del comercio de España con sus posesiones americanas. Este hecho tuvo unas repercusiones muy significativas para la ciudad. La economía gaditana del siglo XVIII dependió en gran medida del comercio.

Llegó a la ciudad un importante número de inmigrantes procedentes de territorio peninsular, americanos y del resto de Europa. En el siglo XVIII, la plaza gaditana ofrecía oportunidades en ámbito del comercio americano. Además, atraía a personas que se dedicaban a otras actividades complementarias y necesarias teniendo en cuenta que se trataba de una ciudad muy activa.

En cuanto a la presencia en Cádiz de comerciantes originarios de la Península, el grupo más numerosos era el vasco, seguidos con diferencia de los cántabros, los navarros y los castellanos.

Hay referencias de la presencia de vascos en Cádiz en el siglo XV. Se agruparon en torno al Colegio de Pilotos Vizcaínos y a la Cofradía de la Santa Cruz situada en la Catedral Vieja, una hermandad integrada en su mayor parte por marineros vascos. No fue hasta mediados del siglo XVII cuando aumentó la representación de estas regiones en la ciudad. Se encontraba en Cádiz un número importante de vascos que alternaba estancias en la ciudad con viajes a América.

En el siglo XVIII el grupo de vascongados estaba integrado en su mayor parte por comerciantes al por mayor; también por algunos marinos que llegaron a la ciudad a raíz de la Escuela de Guardias Marinas. 

En 1694 los vascongados de la ciudad fundaron una nueva congregación en la iglesia de San Agustín que los agrupó a lo largo del siglo siguiente, llamada la Cofradía del Cristo de la Humildad y Paciencia.

Desde la Reconquista hasta finales del siglo XIX, las corrientes migratorias en la península ibérica se dieron de norte a sur. Hasta comienzos de la Edad Moderna estás emigraciones estuvieron relacionadas con avances militares. A partir de 1500 se produce una oleada migratoria hacia el sur que más tarde se vinculó con la conquista y el doblamiento de America.

Los hombres de negocios navarros y vascos que llegaron a Cádiz a lo largo del siglo XVIII se establecieron de forma permanente en la ciudad. Solían llegar muy jóvenes, de este modo tenían tiempo de afincarse, constituir un hogar y hacer vida en la urbe andaluza.

Los jóvenes, inmigrantes se abrían paso en Cádiz y en otros muchas plazas por medio de los vínculos de parentela/paisanaje y algunos matrimonios. Estas dos vías fueron sin duda la mejor manera. Pero cuando no existía un constato a quien acudir en busca de apoyo, las cofradías nacionales y regionales también ofrecían ayuda. Frecuentemente, grupos foráneos de hombres de negocios de un mismo origen geográfico fundaban cofradías o congregaciones propias. 

La creación de estas hermandades surgió a imitación de unos hospitales que en siglos anteriores habían construido algunas colonias de extranjeros.

La ubicación del colectivo vascongado, los patrones y censos municipales ofrecen una información muy rica sobre la residencia de los vecinos, así como sobre la propiedad inmobiliaria. La construcción de casas se multiplicó a costa de los terrenos que hasta el momento había ocupado las viñas y huertas. En esos años se edificaron la mayoría de las iglesias de la ciudad.

La calle Nueva era el corazón de la vida económica de Cádiz desde el siglo XVI. En ella se contrataba los negocios, se obtenían los préstamos y se formaban nuevas compañas mercantiles, la calle Nueva servía de Bolsa, donde se reúnen dos veces al día los mercaderes, los informadores, los ociosos, por lo cual debe creerse que esa calle estaba muy llena de gente por esa época. 

En la segunda mitad del seiscientos se configuran los barrios de Pilar, San Antonio y Angustia de forma que afínales del siglo XVII estaba urbanizados dos tercios del suelo gaditano.

Sigue continúo el desarrollo urbanístico, la extensión hacia el Campo del Sur y configurando el barrio de la Viña y el de San Carlos situado en el Baluarte de San Felipe. En los extramuros de la ciudad se fue llenando de torres-miradores que habían comenzado a construirse en el siglo XVIII.

Desde el siglo XVII los hombres de negocios prefirieron vivir en las zonas más próximas a la bahía gaditana. Los navarros y vascos eligieron como primer barrio residencial el de San Antonio un 25%, Rosario 13,54% le seguían Cuna y Nuestra Señora del Pilar, uno con el 10,41% Angustias 9,37%, Bendición de Dios 7,29%. Ave María 6,25%, Candelaria 5,20%, Mentidero 4,16% y Santiago 4,16%, San Felipe 2,09%, sin apenas representación del colectivo, los barrios de San Lorenzo 1,06% y Nuevo Mundo 1,06%.

El puerto gaditano apenas se apreció el impacto del Decreto de Libre Comercio hasta 1786. Entre 1778 y 1796, el comercio de Cádiz experimentó la etapa de máxima prosperidad. Y el declive del comercio de Cádiz a partir de 1796.

Tradicionalmente, el comercio americano de negros estuvo controlado por extranjeros y no pasó a manos españolas hasta fecha muy tardía. Algunos navarros y vascos se interesaron en el negocio porque ofrecía la posibilidad de disfrutar del monopolio comercial de algunos mercados americanos, los vascos participaron de forma ocasional en trata negrera desde el siglo XVI.

Ante la presencia de hombres de negocios navarros y vascos en el Ayuntamiento gaditano se puede hacer una lectura positiva de la integración de este colectivo en la ciudad. Además, manifiesta el anhelo de reconocimiento social y el interés por formar parte de la cumbre del poder municipal la pertenencia al cabildo significaba una buena posición social y una buena posición económica.

Algunos comerciantes al cabildo gaditano, que se llevó a cabo a raíz de las ordenanzas de 1766 y 1767 que permitió que entrara savia nueva en unos asientos a los que tradicionalmente no había teniendo acceso hasta entonces el común de los ciudadanos gaditanos.

Desde el siglo XVI y a lo largo del XVII, era muy habitual que en muchos municipios españoles se vendían algunos cargos municipales, como el oficio de regidor perpetuo.


Iglesia de San Agustín, en la cual los vascos fundaron una congregación, a la que llamaron después El Cristo de la Humildad y Paciencia.


Información consultada de los libros de la biblioteca municipal gaditana José Celestino Muti. 


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