lunes, 18 de marzo de 2013

Cádiz lugar de inmigración; arribando en la ciudad Trimilenaria.


 
IMAGEN: Cádiz era una ciudad marítima, amurallada, portuaria, vinculada a las colonias americanas, mercantil, burguesa… Con estos elementos y, en ocasiones, grabados antiguos, se “invento” en Europa el Cádiz de las Vistas Ópticas. Alemania. Puerto de Cádiz desde oriente.1750-1810. (Col. Boisset-Ibánez).


En Cádiz, ciudad marítima y comercial, la sociedad evolucionó durante el siglo XVIII al ritmo de las oscilaciones de la coyuntura económica. Ésta estuvo a su vez estrechamente condicionada por los acontecimientos bélicos y sus consecuencias sobre el desarrollo del comercio.

Cádiz se encontraba entre las ciudad de población numerosa en la España del siglo XVIII, según los libros parroquiales de la época, sobre el año 1700 habían 41500 habitantes y en 1786, 71000 habitantes.

La evolución de la población en Cádiz experimentó un crecimiento continuo, sólo interrumpido por situaciones bélicas o epidemias. El comienzo del siglo XIX se vio azotado por un rosario de epidemia.

A pesar de estas conmociones demográficas Cádiz fue la ciudad española que más creció durante el siglo XVIII, llegando a ser la cuarta ciudad de España en población solamente superada por Madrid, Barcelona y Sevilla, e igualada por Valencia.

El factor principal de este crecimiento hay que buscarlo en una fuerte corriente inmigratoria hacia Cádiz, desde el interior de la Península, de donde llegaban contingentes de población atraídos por el próspero comercio y las posibilidades de negocios y aventura que ofrecía la ciudad.

No existía en Cádiz, un entorno agrario, y por lo mismo no se dio como en otras ciudades españolas la tensión dialéctica ente campo y la ciudad. En Cádiz había barrios pobres, pero no suburbios o viviendas de aspecto rural, y el caserío tenía en líneas generales el carácter urbano propio de una colectividad de artesanos y comerciantes, pescadores y hombres de negocios.

El tejido social de Cádiz durante el siglo XVIII era el de una sociedad estamentaría del Antiguo Régimen: clero, nobleza y estado llano, en la que emergía con fuerza una clase intermedia: burguesía.

El clero suponía en Cádiz, a partir de la segunda mitad del siglo, un 1,65% de la población, cifra considerada muy reducida, comparada con lo que era normal en las ciudades españolas.

Hubo en Cádiz durante el siglo XVIII un sector importante de nobles, sólo en parte originarios de la ciudad; gran número de ellos eran caballeros de Órdenes Militares que, junto con los altos cargos de la administración civil y militar y los potentados de la carrera de Indias, mantenían una posición de privilegio que transcendía el ámbito puramente local.

El sector más influyente en la vida de Cádiz era, sin duda, el de la nueva burguesía de los negocios (cargadores, comisionistas, corredores, apoderados) surgida al amparo del comercio.

Este colectivo era el que marcaba la pauta de la vida de la ciudad. Sin embargo entre los empresarios gaditanos no arraigó profundamente el espíritu mercantil, ya que muchos de ellos, cuando conseguían crear un rico patrimonio, se retiraban de los negocios para vivir lujosamente.

El rasgo más peculiar de la población gaditana en el siglo XVIII fue elevado número de extranjeros afincados en la ciudad. La afluencia de extranjeros había estado motivado, ya desde el siglo XVI, por la necesidad de cubrir la creciente demanda americana de productos manufacturados que España no podía por sí sola abastecer, formaban un colectivo poderoso, en sus manos estaban los negocios a gran escala, su influencia social rebasaba el terreno puramente comercial, dejándose sentir en el campo del pensamiento, del arte, de las modas y las costumbres.

La colonia extranjera más numerosa en Cádiz era los genoveses, cuya prosperidad posibilito que construyeran y mantuvieran una lujosa capilla dedicada a la “Nación Genovesa” dentro de la Catedral. La colonia francesa era la segunda en número, aunque la primera en volumen de negocio; en la iglesia de San Francisco tenía bajo su patrono la capilla de San Luis, donde celebraban sus fiestas nacionales, y en su cripta enterraban a sus difuntos.

Seguían en importancia las colonias de ingleses, holandeses y hamburgueses; en menos proporción negociantes portugueses, suizos, griegos, saboyanos y malteses.

Al margen del mundo de los grandes operaciones mercantiles, y al amparo de ellos, vivían un substrato de población autóctona que regentaba pequeños establecimientos, ejercían tareas burocráticas, se dedicaban a actividades artesanales o a la pesca de bajura.

La presencia de españoles de otras regiones también era numerosa en Cádiz; destacaba la colonia de gallegos, seguida en importancia numérica de la vasca-navarra, de los oriundos de las dos mesetas y de los cántabros. 

La intensa actividad portuaria propiciaba además la presencia de otros colectivos: transeúntes que llegaban para embarcarse, militares, tripulaciones de los barcos y un núcleo de población negra, en gran parte constituida por esclavos.        





vista del Puerto ce Cádiz en la Gran Regata del 2013

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