sábado, 12 de marzo de 2011

Fermín Salvochea; entre la cárcel y el exilio, humilde entre los humildes

Fermín Salvochea nació en Cádiz en Marzo de 1842, tiene sangre Navarra en sus venas, del valle del Roncal, fue bautizado en la parroquia auxiliar de San Antonio. Con quince años realiza estudios mercantiles en Londres y Liverpool. Lee a muchos autores que le llevan por otros derroteros, trocando la profesión de comerciante elegida por sus padres, por la política socializadora, a la que se dedicaría íntegramente en cuerpo y alma.


Fermín es de una complejidad extraordinaria, personaje de novelas, muy rico en matices y sugerencias, hay una definición de Baroja: “el anarquista gaditano y soñador andaluz”, aludiendo a su presunto nombramiento de ministro en el gabinete de una república fantástica, forjada en su cerebro obsesionado por ideales redentores.


Las cualidades morales de Salvochea son proverbiales. Entre ellas la que más destaca es un ardoroso amor al prójimo. Le entristecía sobremanera la miseria de los pobres, cuando otros potentados daban para los necesitados un misérrimo porcentaje de sus caudales, él lo daba todo, abrigo, cama, chaqueta, sus dineros, viviendo muy estrechamente quien había nacido rico.


Fermín Salvochea respetaba a los demás, como adicto a las normas éticas de la tolerancia, sus ideas fueron al norte de su vida, y al triunfo de ellos se consagró con ahínco.


Se conoce el detalle de que acompañaba a su madre a la puerta de la iglesia y la esperaba hasta que oía misa, como prueba de un entrañable amor filial y de una grandeza de alma sin muchos precedentes. Nunca llegó a entrar en ella, y mientras la esperaba repartía parte de sus ropas entre los necesitados que pasaban por allí.


Era un hombre de entereza fuera de serie: él respondía de sus actos ante todo el mundo, con el fin de que no recayeran culpas sobre personas inocentes; llegando incluso a rechazar la gracia de un indulto, pedida por el ayuntamiento de Cádiz y apoyado por Sagasta, por cuanto él quería sólo justicia.


Su espíritu bondadoso le confirió una integridad, una honradez, al margen de todas las suspicacias; jamás se lucró con el desempeño de sus cargos, más bien, esto le sirvieron siempre para repartir la mayor parte de sus emolumentos entre los pobres. Esa bondad que le obligó a dedicarse a la lectura de libros de Medicina para aliviar o curar a sus compañeros de cautiverio, en más de una de sus largas temporadas en presidio.


Fermín, hombre de acción, era sumamente enérgico. Sus decisiones las hacían indiscutibles, ya que siempre las cimentaba, a su criterio, en la más estricta justicia, no soportaba intromisiones que perjudicaran la labor emprendida con tanto ímpetu y siempre con la mejor intención. Jamás claudicó ni flaqueó en sus convicciones, mostrando un carácter inquebrantable frente a los envanecidos.


Quienes lo conocieron recuerdan a un hombre amable, de voz suave y modesto trato, de ademán señorial, inasequible al desaliento, entusiasta defensor de la libertad, cortés, amante de la cultura, humilde entre los humildes, prescindiendo de ideologías.


La vida de Salvochea, se desenvuelve entre la cárcel y el exilio, salvo el breve paréntesis en que fue alcalde de Cádiz, quizá el más tranquilo de su existencia, pese a las críticas acerbas a su gestión.


Salvochea a los veintiún años ya se pronuncia por las tendencias anarquistas. El triunfo de “la Gloriosa” en septiembre de 1868, abre su alma a la esperanza. Cádiz ha contribuido al mismo con Topete, jefe de trece navíos anclados en la bahía. El regimiento de Cantabria se afianzaba en la plaza de San Juan de Dios y los carabineros se habían posesionado de la Aduana y sus murallas.


Salvochea se opone a la disolución de las milicias ciudadanas y su resistencia es aplacada por el general Caballero de Rodas que le encarcela en el castillo de San Sebastián, donde también está Benot. La amnistía les llega en 1869.


Dado su carácter inquieto, se impone una lucha a favor de la causa federal y, formando guerrillas, es vencido y tiene que huir a Gibraltar volviendo en 1871.


A raíz de este acontecimiento es elegido alcalde de Cádiz (durante la Primera República Española 1873-74) surgiendo el período conflictivo de su realización como político. Algunas de las medidas que propuso, enfrentadas en mucho con la realidad de la época, tienen vigencia hoy día recogidas en la Constitución española de 1978, origen de muchas polémicas en nuestra ciudad y fuera de ella: prohibición de la enseñanza religiosa en las escuelas, que implicaba la libertad de la enseñanza, propugnando su carácter obligatorio y gratuito; incautación de los edificios de las comunidades religiosas.


Defiende la separación de la Iglesia y del Estado, la supresión de los cultos externos y de los consumos, la incautación de los bienes del Estado, la censura de prensa en materia de guerra, el establecimiento de la bandera roja.


Impulso enérgicamente una aportación diarias a sufragar por banqueros, comerciantes e industriales, con el fin de atender preferentemente al socorro de los necesitados y desterrar el paro obrero. Creó la milicia de los voluntarios del Cantón de Cádiz.


Las tropas de Pavía terminaron con el sueño de una república de Cádiz y Salvochea fue condenado a cadena perpetua que cumplió en el peñón de la Gomera y luego en Ceuta._ Al cabo de ocho años logró escapar del presidio refugiándose en Marruecos.


En 1886 funda el periódico “El socialismo” que dura hasta 1891, siente la comenzó del teatro, lanza su obra “Cada mochuelo a su olivo”.


El problema del paro le angustia. En 1891 organiza una manifestación en pro de la jornada de trabajo de ocho horas que termina tumultuosamente, siendo detenido.


1892 es el año de “la marcha sobre Jerez”, por la que resulta condenado a doce años de presidio en los penales de Valladolid y de Burgos. Gravemente enfermo intenta suicidarse; siendo puesto en libertad en 1899.


El paro es el grave problema de siempre de España, por aquella época, la situación de los campesinos andaluces era francamente insostenible, el hambre cundía por doquier, y los asalariados de sol a sol a tres reales diarios.


Con el comienzo de siglo hasta su muerte, la vida de Salvochea se remansa un poco, sin dejar de lado su espíritu de luchador infatigable.


Fue muy combatido por la prensa y por el pueblo que odiaron muchas de las medidas que trató de aplicar. Sin embargo, ser le respetó por todos, por su vida austera y por su anhelo de una comunidad de bienes con la fraternidad universal.


En Septiembre de 1907 muere en Cádiz y al acto del sepelio asisten más de cuarenta mil personas de todas las clases sociales. El féretro humilde no obsta para que le acompañen personajes de relieve, entre tantos otros; muchos trabajadores de la mar y de la ciudad y del campo vecinos, y ello pese a que está lloviendo torrencialmente.


De la casa mortuoria, por la plaza de Cautelar, hasta el ayuntamiento, donde el Alcalde Martínez de Pinillos, monárquico, ordena: “Esta es su casa. Que no salga hasta que cese la lluvia”. Luego, por el barrio de santa María y el paseo Calzada de Augusta Julia, a la necrópolis.


Era un espectáculo inenarrable: la ingente muchedumbre de hombres, mujeres y niños caminaba en silencio y, a intervalos prorrumpía en vítores al gran y querido hombre, oyéndose lamentos que salían del alma por su pérdida sin retorno. Era el último tributo del pueblo de Cádiz a su ídolo.


Una lápida simple en la nave civil cierra una vida intensamente al servicio de los derechos de los desheredados de la fortuna. Con una dedicatoria escueta: su madre.


Un poeta gaditano, Rafael García le dedica unos versos emotivos, sinceros, sugerentes.


Las cigarreras gaditanas, en cada aniversario depositaban una corona de Laurel y nardos en la tumba.


Era un hombre esencialmente bueno, de virtudes reconocidas, un soñador, cabalgando siempre a lomos de la ilusión por un mundo más perfecto dentro de una gran España respetada y libre.


En Cádiz se le recordara con una lapida en la casa número treinta y dos de la plaza de Viudas donde nació. También se le rememora con el rótulo y su busto de la calle que lleva desde la plaza de Arguelles a la alameda de Apodaca.


Acerca de Fermín Salvochea:


-¿Sabias que en los años de su vida Salvochea solo tomaba (tanto para comer como para cenar) una pieza de pan, un trozo de queso y un vaso de agua?

Había decidido que mientras que millones de semejantes murieran por escasez de alimentos, el no tenía derecho a más.


-¿Sabias que mientras estaba en libertad, Fermín acudía todos los días a la Iglesia del Rosario a acompañar a su madre?, Pero que nunca llegó a entrar en ella, y mientras la esperaba repartía parte de sus ropas entre los necesitados que pasaban por allí.


-¿Sabias que Fermín murió en la plaza de las Nieves (actual plaza de Arguelles) a causa de un golpe por dormir en la mesa del salón, cuando al bajarse por un lado el otro se levanto, con la mala suerte que le produjo un fortísimo golpe en la espalda y la nunca que acabo con su vida? Su cama se la había bajado dos días antes a un mendigo que dormía en las casapuertas de la zona.


-¿Sabias que Salvochea realizó dos testamentos? En uno pedía que entregaran su cuerpo a la faculta de medicina, para que los alumnos hicieran prácticas. Y en el segundo pedía ser enterrado cerca del mar, en la tierra, sin caja, y sin cruz alguna. Ninguno de los dos se cumplió.


-¿Sabias que estando en la prisión de la Gomera a Salvochea se le ocurrió decirles a los reclusos que había llegado a sus oídos que iban a otorgar la libertad a todo aquel preso que supiera leer y escribir? Todos los reclusos se pusieron manos a la obra, esperando un indulto que se había inventado Salvochea para que se instruyeran.


-¿Sabias que Fermín se negó numerosas ocasiones a realizar el servicio militar obligatorio? De hecho, nunca lo realizó.


-¿Sabias que siendo alcalde de Cádiz Salvochea bajo los impuesto a las clases más desfavorecidas, les bajo el precio del pan, y dispuso que se cambiasen todos los nombres de las calles de Cádiz con temas religiosos por el de científicos, escritores, médicos, etc...?


1 comentario:

  1. uno que esta hasta los huev!!!!!!!!!14 de marzo de 2011, 21:01

    Haber si aprenden un poco solo un poco los políticos botarate que tenemos en España de Fermin Salvochea. Lo único que están pensando la mayoría de ellos haber cuanto y como se pueden llevar de todos los ciudadanos. No crean que mangan al estado, ¡no! le mangan! a todos los españoles. Las elecciones están a la vuelta de la esquina verán como se acercan con una cara de no romper un plato y una sonrisa de oreja a oreja para engañarnos como si fuéramos borrego. Sabe lo que les voy dar a todos un CARAJ!!!!!!. Por sinvergüenzas

    ResponderEliminar