domingo, 21 de marzo de 2010

La Villa; romana, islámica y cristiana

Campo del sur (a la derecha la antigua Villa, hoy barrio del Pópulo)

La ciudad de Cádiz ocupa hoy el extremo más occidental de la Isla Gaditana, sin defensa de los vientos y a la boca misma de la bahía. Su situación geográfica puede calificarse de privilegiada por encontrarse en el cruce de las grandes líneas de las comunicaciones y del comercio: Europa-África y Mediterráneo-Atlántico. Y esta fue la razón de su existencia en épocas pasadas, tan importante, que cuando decayó el comercio atlántico y volvieron las Columnas de Hércules a ser un límite para los hombres del Mediterráneo, se arruinó con la ciudad.


Cádiz fue famosa en la antigüedad, y siguió siendo la Isla Gaditana durante la dominación de los musulmanes por las ruinas de grandiosos edificios. Pero antes de la invasión agarena ya era una sombra de lo que fue según el testimonio del geógrafo poeta Rufio Festo Avieno en el 400 d.C.


Cádiz se sumió durante muchos siglos en el anonimato y aparece sólo de manera intermitente. Adquirió renombre y se convirtió en escenario de algunos hechos importante a partir de los siglos XII y XIII, con los almorávides y almohade. Aunque no consta documentalmente, no parece inverosímil que Cádiz contase con cierta población y alguna defensa fortificada cuando Abul-Hasan Alí b. Isa b. Maymún uno de los varios jefes de la escuadra almorávide, se sublevó en ella contra sus señores en 1146.


Con Alfonso X, que tuvo importantes proyectos para Cádiz como puerto de partida del fecho del mar o empresa africanista, proyectada por su padre, la villa se reforzó con una cerca y fue dotada de un castillo o fortaleza, que se construiría aprovechando elementos musulmanes más antiguos.


A pesar del fracaso de los proyectos alfonsinos, Cádiz necesitó siempre mantener a punto sus defensas para reforzar su condición de isla contra los invasores por la mar: piratas y enemigos políticos la codiciaron incansablemente y llegaron a saquearla e incendiarla arrebatándole sus riquezas en diferente ocasiones.


El Cádiz Medieval no llego a tener la importancia urbanística ni los recursos materiales de Jerez o Medina Sidonia, pero su población originaria se desbordó fuera de las murallas de la Villa Vieja, alentada por la presencia de mercaderes y marineros que hacían la ruta del comercio por el África Atlántica.


La cerca de murallas, el castillo de la villa y algunas torres de vigía o almenaras que partiendo desde la Isla de San Sebastián y enlazando con la antiquísima Hércules enviaban aviso al otro lado del caño de Santi Petri para continuar por todo el litoral, constituían el núcleo primitivo de la célebre y hermosa estructura defensiva que todavía conserva Cádiz ciñéndolo por entero y fue obra de los siglos XVI, XVII, XVIII.


Después que Alfonso X incorporó la villa musulmana de Cádiz, la Yazíra Qadis o simplemente Ghadira, como la denominan los autores árabes, la reedificó dentro de una cerca en forma más o menos similar a un cuadrilátero de murallas, que corrían por los linderos actuales del barrio del Pópulo. Dentro reedificó también caserío y mando construir la catedral (Santa Cruz) posiblemente sobre el emplazamiento de la mezquita en el vértices S.O., en el lugar más alto, denominado Monturrio, en el S.E.,en parte ocupado por la antigua alcazaba, mandó construir un castillo.


Este es el núcleo primitivo de Cádiz, ubicación posiblemente de aquella Neápolis que fundó Lucio Cornelio Balbo, el menor. A uno y a otro lado, el barrio de Santa María, más antiguo, y el de Santiago, aumentaron el perímetro habitado, pero dejando una amplia zona a continuación de éste, ocupado por jaras y viñas.


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