jueves, 4 de marzo de 2010

Cádiz mitológico e histórico

Para buscar los orígenes más remoto imperio de Occidente, hay que ir a Cádiz, en un viaje retrospectivo de la Historia del mundo que nos lleve a la Edad del Bronce por toda la antigua comarca.


Actualmente, la fisonomía geográfica de la gran capital está muy cambiada a causa de los embates del mar por el lado abierto y el depósito en la bahía gaditana de tierra continental arrastrada por el rió Guadalete.


Se ha producido así una lenta destrucción y construcción transformadora durante milenios. Estos cambios geográficos han contribuido a incrementar errores de interpretación histórica, al querer situar las referencias griegas, cartagineses y romanas en los parajes verdaderos.


Uno de los espejismos históricos más frecuente es conceptuar el más remoto origen de la historia de Cádiz como fundación fenicia. Sin embargo la historia de Cádiz como ciudad del olvidado emporio de Occidente comenzó mucho antes de la Gades romana y de la Gadir fenicia.


Sobre de la Gades romana se halla la Cádiz actual; pero la primera colonia fenicia de Gadir estuvo en un islote próximo, que se conoce con el nombre de San Sebastián. Ya desde este punto de partida podemos coger el hilo de una serie de engranajes históricos y mitológicos que nos introducen poco a poco en el milenario mundo gaditano-tarteso, con la posibilidad de sacar del olvido al Imperio que ya existía antes de las colonias fenicias por toda la provincia y desapareció por la conquista de los cartagineses.


Entre sus ciudades más famosas, Cádiz ofrece la puerta de entrada histórica a un antiquísimo emporio donde lo mítico y la histórico se conjugan de manera incitante.


Antes de establecer interpretaciones de los mitos, cuando no se puede retroceder más en la Historia, ni buscar cualquier aclaración sobre las referencias de historiadores griegos y romanos, es necesario dejar planteada la realidad geográfica en aquellos tiempos tan lejanos, para evitar confusiones durante la imprescindible alusión a determinados lugares que han recibido a veces distintos nombres según la traducción romana, griega o cartaginesas.


En la protohistoria de Cádiz se distingue las siguientes islas de Noroeste a Sudeste: primero la primera isla de Venus, que se llamó luego de San Sebastián; inmediatamente, la gran isla o Kotinoussa (que después fue Gadir púnica y Gades romana), entonces unida al islote rocoso Herakleion, denominado actualmente Santi Petri.


Entre este último islote y la tierra continental estaba la isla Erytheia, separada respectivamente por dos brazos de mar, es la llamada isla del León, donde nació la actual ciudad de San Fernando, que hace cuatro mil año era ya famosa por sus curtidos, salinas, sus toros y el primer templo-observatorio de las estrellas en el mundo occidental.


Antes de que los fenicios establecieran su primera colonia en España, en la isla de San Sebastián había ya un fuego permanente que guiaba el regreso de los intrépidos navegantes. La conservación de este fuego en alto del islote tenía carácter sagrado, y por ello fue conceptuado como culto a Venus marina por los primeros exploradores griegos que realizaron los viajes legendarios de los heraclidas.


En realidad se trataba de un faro con advocación religiosa a cierta divinidad celeste simbolizada en la estrella matutina como protectora de los navegantes indígenas, que por cierto aún no conocían la mitología de la Venus griega. Es el mismo culto que los gaditanos del imperio Tarteso extendían en sus largos viajes por el océano y situaban a la entrada de sus factorías en la costa occidental de África y Europa.


En el periplo del marino masaliota Avieno (poeta) se cita este islote de Venus como lugar donde se hallaba un famoso oráculo instalado en una gruta. El islote carecía de agua. Se abastecía de la isla Kotinoussa (isla gaditana), más próxima, según se deduce de los cálculos que nos lego Plinio, ya que sólo desde su época a la nuestra el mar ha erosionado entre ambas islas hasta darle la anchura actual de unos quinientos metros, y según Plinio estaban una de otra a unos cien pasos; sin que haya confusión con la isla Erytheis, citada como Afrodisias, pues la imprecisión de los nombres de las islas e islotes era notorio ya desde la antigüedad, cuando los primeros narradores, como Strabon, Pomponio Mela, Diodoro, Plinio, recogían e interpretaban nombres y datos anteriores para adaptarlos a sus propias observaciones.


La gran isla gaditana, citada por su nombre más remoto de Kotinoussa, tenía, según Plinio recoger de los datos de Polibio, una longitud de doce mil pasos y una anchura de tres mil. Según Strabon, la longitud de la isla de Cádiz era de cien estadio griego, es decir, dieciocho Km. y medio; desde San Sebastián a Santi Petri.


Dice Plinio que esta isla de Kotinoussa se llamó así, según Timaeus, por sus olivos; la misma que los romanos Tarteso y los púnicos Gadir, que en lengua púnica significa reducto.


La Ciudad estaba en la parte occidental de la isla, según datos de Stabon; y al otro extremo rocoso (hoy islote de Santi Petri), que ha quedado aislado por los embates de las olas, el famoso templo, que fue nombrado Herakleion por los griegos y santuario de Melkart por los fenicios.


Según los griegos, en aquel templo se guardaba los restos de Heracles, Stabon, que suponía de procedencia fenicia a dicho templo, al referirse a la inscripción de las columnas de bronce situadas a la entrada.


Según los griegos este santuario se había fundado en tiempo de las guerras de Troya (hacia el siglo XII a.C.), pero indudablemente era un templo indígena, asimilado a las interpretaciones griegas y fenicias, en la cual también tenía viejas leyendas.


Se confirma que se trataba de un templo tarteso y no púnico como fue después, y a que las creencias religiosas de los tartesos se dirigían a la adoración de divinidades celeste simbolizadas en Venus, el sol y la Luna, ya que los tartesos no adoraban a imágenes algunas.


Describir a Cádiz históricamente es sumergirse en las leyendas. Las narraciones de Estrabón corresponden a mil años después de la supuesta fundación de la Ciudad (1100 a.C.) y mezclan historias de héroes míticos troyanos con la intervención de personaje como el mismísimo Hércules.


Sobre la fundación de Cádiz, he aquí lo que dicen recordar los gaditanos: Que cierto oráculo mando a los tirios fundar un establecimiento en las columnas de Heracles, en la tercera expedición fundaron Cádiz, y alzaron el santuario en la parte oriental de la isla y la Ciudad en la occidental.



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