martes, 23 de febrero de 2010

Los Cantes de Cádiz

situada en el Paseo del Vendaval (Campo del Sur)

El esfuerzo de la llamada “flamencología moderna” está haciendo para reconstruir la historia de una de las expresiones folklóricas más ricas del mundo, el flamenco, cuya actual revaloración, tanto en España como fuera de ella, alcanza un auge que se extiende a numerosos campos del arte y la cultura.


La falta de escasez, casi carencia de documentación histórica sobre el género, hace especialmente lento y penoso ese esfuerzo que, abordan días tras días.

La investigación flamenca, cuyos primeros y aislados precedentes hay que buscarlo en siglos pasados.


Por lo que toca a Cádiz, ciudad capital del flamenco, tanto el especialista como el aficionado, nuestra historia comienza muy temprano, casi en el alba de la historia.

Hemos escritos” música genuinamente gaditana” pero ¿podemos en rigo llamar así a las cantica gaditanae, tan citadas por los escritores latinos de los siglos anteriores y posteriores a Cristo?


Una tesis del gran musicólogo Adolfo Salazar asienta que las cantica eran melodías comunes a todos los pueblos mediterráneos de su tiempo, sin un verdadero carácter diferencial y local, no específicamente gaditanas, por lo tanto atendiendo esta teoría de Salazar, debemos, pues entender que las cantica no tienen por qué ser de Cádiz.


He aquí que entran ahora en juego dos razonamientos, más aceptables aún, de don Ramón Menéndez Pidal y de Ricardo Molina: ¿a qué, entonces, el pregonado y repetidísimo adjetivo de gaditanae?¿por qué Juvenal, Marcial, Petronio, Plinio, Estacio, no hablaron nunca-nos arguyó inteligentemente Menéndez Pidal-de las cantica hispalenses, de Sevilla, o de las Puellas tarraconenses, de tarragona?


A este segundo cabo del problema, no al de las canciones, sino al de sus intérpretes, se atiene, en parte, otra de las objeciones a la teoría de Salazar, la de Ricardo Molina. Sostiene muy lógicamente el poeta y flamencólogo cordobés que la precisión gaditanae, de Cádiz, tiene por fuerza que decirnos algo, y algo muy concreto, cuando se refiere a los cantos, y ni que decir tiene cuando es aplicada a las chicas.


En caso de las canciones, aun admitiendo, con las naturales reservas, la idea salazariana, o incluso dándola por perfecta, la concreción de Cádiz ha de significar: o bien que la gaditana gente expresaba de forma espléndida, superior, aquellas melodías comunes a toda la latinidad, o bien que de esas melodías generales supo extraer variaciones ritmos y acentos propios, inimitables tal vez, capaces de sellarlos como género verdaderamente gaditano.


Esta doble versión de Molina, que fue comunicada de palabra por su autor en la I Semana de Estudios Flamencos, en 1963 en Málaga.

Unos versos de Marcial parecen, además, confirmarla:


“Un hombre refinado es el que se cuida los rizos con arte, huele a bálsamo y a cinamomo, canturrea melodías de Egipto o de Cádiz”.

Cantica aqui Nili, aquí Gaditana susurrat


Otra vez, pues, las canciones de Cádiz, y en el distraído tarareo de un petimetre al último grito… ¿cómo explicar tan gráfico dato si no es por la familiaridad que entre todas las clases sociales de Roma adquirió la peculiaridad de unas melodías tan localizadas como pueden serlo para una persona de nuestros días la rumba o el tango? “nada sabemos – escribe el especialista Arcadio de Larrea Palacín - de cómo fueron esos cantos y bailes; lo que si aparece es que fueron extraños a la cultura romana, por gaditanos y andaluces”.


También podemos encontrar, un par de argumentos propios de posible oposición, el primero de ellos:

Si Cádiz llegó a ser la tercera ciudad del Imperio y muchos de sus hijos a gozar de preeminentes puesto en Roma. ¿No podría explicar esto, esta moda por lo gaditano, el gentilicio gaditanae, sin que en realidad existiesen mayores caracteres diferenciadores?

Realidad que, cuando menos, pudo haber consistido en el aire, la característica fuerza expresiva, la apasionada vehemencia y la gracia con que la Andalucía Baja, la tierra misma, se expresa en muchos de sus hijos.


Pues bien; estas solas consistencias bastan para explicar el gentilicio gaditanae que acompaña a las canciones y a las muchachas bailarinas en los textos romanos de su tiempo.

El ritmo, en materia de folklore gaditano, cose el remoto ayer al fresco hoy, éste de los accidentes rítmicos y el manejo de los crótalos (diminutos platillos de bronce o madera, que se anudan mediante tiras de cuero a los dedos pulgar y medio) son dos elementos tan antiguos como contemporáneos de la música popular gaditana y andaluza.


El sincopado ritmo de procedencia muy probablemente oriental, con que las Puellas gaditana adobaban sus danza, ese sincopado ritmo es el que caracteriza en grado sumo a los actuales cantes y bailes de Cádiz, si en ello falta el compás, es decir, el ritmo, todo está perdido.


Las danzas que los cantos paganos de los siglos antiguos, perduraron hasta muy entrada la época cristiana, las cantica gaditanae posibles antepasados de las canciones populares muzárabes de Andalucía.

Está, pues, aceptada la idea, por parte de especialistas, de que no escasos elementos de aquellas poderosas tradiciones folklóricas de la antigüedad gaditana se revirtiesen y supervivieran con más o menos intensidad en la Edad Media, mezclándose a la nueva música.


Tanto por lo que se refiere a la música visigótica como la hispano-árabe, hay que tener en cuenta su característica no folklórica, es decir, no populares, música la una y la otra, de tipo eminentemente cortesano, por lo que atañe a la hispano-árabes debió alcanzar su cumbre entre los siglos XII y XIII, es más que posible presumir, sin embargo, que algunos elementos de ellas, y en mayoría de la hispano-árabes, se incorporaran al caudal folklórico del Sur, sobre todo mediante las cancioncillas populares andalusíes, tales las vivarachas zamras o zambras.


El primitivo cante flamenco se ha debido formar lentamente (sigloXVI al XVIII) en las provincia de Sevilla y Cádiz, se ha escrito y no sin fundamento.

Por lo que atañe a la ciudad de Cádiz y a su folklore un folklore al que, en buena ley, todavía no se le puede llamar flamenco, aunque es ya su antecesor, los elementos para tener en cuenta, aún sin hacer a los años dieciochescos, son los siguientes:


1.El asentamiento en España de los gitanos, que llegaron al país en la primera mitad del siglo XV, (documentos hallado y publicado, es de 1425) y encontraron en Andalucía mejores acogida y acomodo.


2.El legado musical gaditano del período inmediatamente anterior, legado enriquecido, a su vez, por la herencia de los que precedieron.


3.La influencia en Cádiz de canciones y folklores procedentes de muchas regiones española y llevados hasta la ciudad por los contingentes humanos que embarcaban en el puerto gaditano para Indias.


4.Las primerísimo influencias del nacimiento folklore hispanoamericano, analizando someramente, y siempre con las convenientes precauciones, cada uno de estos cuatros factores.


Con la llegada de los gitanos a Andalucía, se inicia el fenómeno al que damos propiamente el nombre de “Cante Flamenco”.

Los gitanos se enamoran y se posesionan rápidamente del folklore andaluz, al cual imprime un estilo y unas formas nuevas y del que hacen otra cosa; el flamenco que suman a sus propias melodías, ritmos y sentido de la música (de remotísima procedencia hindú).


Cádiz contó con una población y con un barrio gitano muy considerables - “gitanerías” se llamaba entonces a esas zonas urbanas-, cuyas pervivencia ha llegado y llega hasta nuestros días, sobre todo por lo que al actual barrio de Santa María.


Son los gitanos quienes disponen el armazón del arte flamenco, sus caracteres fundamentales, más o menos marcada procedencia andaluza en general y gaditana en particular, estos componente gaditanos son “el tradicional sentido del ritma y de la danza”, esa viejísima aportación gaditana parece no desvirtuarse a lo largo de los siglos y formar parte, desde sus primeros antecedentes y apariciones hasta nuestros días, del folklore estrictamente local, y cabe suponer también que ciertos elementos de origen morisco.


Fue muy notable, la concentración de canciones y melodías populares de casi toda España que, por los años de la conquista de América, se produjo en Cádiz.

Canciones y danzas españolas sucesivas en el tiempo, que dieron color, durante largos años. Al ambiente del puerto y la ciudad.

Sin duda, tal aluvión de música populares dejó en Cádiz no escasas huellas de su paso, que el alma folklórica gaditana, tan abierta siempre a las influencias exteriores, fue incorporando al nuevo acervo.


Ciertas especiales modalidades del naciente folklore de los Países del Nuevo Mundo, con los que Cádiz y Sevilla de la época mantuvieron estrechísimos contactos, folklore tocado ya de sabor y accidentes indígenas, propiamente americanos, llamando la atención extraordinariamente y que desembocaban en Cádiz antes que en ningún otro puerto.

En vano es que de las dos Indias lleguen a Cádiz nuevos cantares y bailes de distinta, aunque siempre de sabrosa y lasciva prosapia, ese fecundo tráfico de melodías y de ritmos entre España y América, siempre con el puerto de Cádiz como nudo esencial del proceso, se confirma así el papel capital que jugó Cádiz en la historia del flamenco.


Es aconsejable referirse también al tema y a la posible aportación folklórica de los negros gaditanos: ciertos sufijos, ciertos rasgos, ciertas y arrebatadas inclinaciones tonales de algunos cantes flamenco.


Los negros, en especial los llamados loros, influyeron en la formación definitiva de la fisonomía de Cádiz, estaban organizados en cofradías-en el Rosario, la de los hermanos morenos.

La documentación cantora del negro gaditano en los siglos XVII y XVIII está, sobre todo en los villancicos que interpretaban en la catedral por las fiestas de la Inmaculada, Navidad y Espíritu Santo, y de los que se conserva una colección muy abundante, la antigua población negra de Cádiz contó bastante, sin duda en la vida popular de la Ciudad.


La personalidad de los cantes y bailes flamencos de Cádiz cobra cuerpo reconocible, definitivo y distinto desde los primeros años del flamenco propiamente dicho.

Por cuanto atañe a Cádiz, el abundante censo gitano favoreció de modo extraordinario el nacimiento y el crecimiento del flamenco en la capital y su bahía, durante los siglos XVIII y XIX.


En el siglo XVIII, en ambiente festeros, ya en decidido sabor flamenco, recordaremos el bolero y el vito bailados al modo gaditano; el primitivo tango; el importante jaleo, de compás ternario y probable origen de las soleares; el picante y amoroso fandanguillo de Cádiz, tan bien acogido en el Madrid dieciochesco.


Difundida hace unos cuantos años, la teoría de que los cantes se clasifican en “grandes” y “chicos” es la que con mayor fortuna ka calado mucho más, desde luego, que la desatinada de dividirlos en “jondos” y “flamencos”.

Parece tan poco adecuado hablar de tamaño y medidas como valorar un cuadro por sus dimensiones o un poema por la cantidad o por la dificultad canónica de sus versos, consecuentemente, podemos resumir: más que cantes “grandes” y “chicos”, hay cantaores “grandes” y “chicos”.


Una vez entendido esto, proceden a completar en el sentido de que, efectivamente, ciertos géneros presentan más dificultades que otros e incluso más belleza y hondura, aunque se puede recordar cantes mayores, enteros, impecablemente interpretados, que han dejado satisfechamente fríos, y pequeños cantes o aun accidentes y momentos de ellos, que nos han estremecido de pies a cabeza, depende quizá de la sensibilidad y del instante personal del cantao o cantaora.


Los cantes flamencos gaditanos, entre la afición mal informada o mal dispuesta, los estilos flamenco gaditano son sinónimos exclusivos de gracia y ligereza, de ingenio, levedad y puro encanto volandero, no se niega esos valores como de no añadir que sobre ellos, el cante de Cádiz posee también una profundidad de sentimiento y expresión, una amplitud de matices y una carga emotiva y dramática tan considerable como las que posee los géneros más afamadamente patéticos.


Lo que ocurre es que Cádiz es dramática a su propia, compleja manera, como es expresivo o “gracioso” también a su manera.

Todo lo cual, y tanto en el terreno del flamenco como en el de la vida en general, hace demasiado fácil y cómodo referirse a Cádiz sólo como a una “ciudad de la gracia, superficial, alegre, tornadiza, criticona y chirigotera”.


Cantes Gaditanos de “De Adelante”, Cañas, Polos: Seguirías, Martinetes, Soleares.

Cantes Gaditanos “De Atrás”: grupo de Cantiñas, Alegrías, Mirabrás, Romeras, Gilianas, Caracoles, Tangos y Tientos.


Cantes Festeros: Bulerías.


Cantes “De Ida y Vuelta”: Guajiras, Colombianas, punto de La Habana, Milongas, Habaneras, Danzón, Vidalita, rumba flamenca y Tangos cubanos, considerable seria a la que otros autores complementan con los Boleros y las Colombianas por Bulerías.


Nuestra denominación de “cantes de ida y vuelta” debe entenderse en un solo y concreto sentido: triple y retroactivo influjo que, sobre sus remotos materiales españoles y africanos, su naturalización centro y Sudamérica y su final aflamencamiento en Andalucía, experimentaron estos géneros a través siempre del puerto gaditano, tan de cara a América.


Otros cantes: las malagueñas doble del Mellizo, Granaínas y medias granaínas, cachucha, gaditanas, cantes muy cortos que se interpretaban para acompañar los bailes airosos y abolerados, Los corridos o romances gitanos, las seguidillas boleras, seguidillas gitanas (saetas), las peteneras, los pregones populares cantados, villancicos flamencos.


Los intérpretes, conocidos del grupo de los primitivos (finales XVIII y primera mitad del XIX):

El Planeta, Manuel José, El Muerto, Enrique, Juan Feria, Juanelo de Cádiz, Manuel Quintana, María la Cantorala, Jana la Sandita, La Pili, La Jacoba, El Tío Rivas, La Lola.

Época de los cafés cantantes: Los dos Enríquez Ortega, Tío José el Granaíno, Romero el Tito, Curro Dulce, Enrique el Mellizo, Francisco la Perla, Andrés el Loro y Antonia la Lora, Fosforito el Viejo, Pepa de Oro, Rosario la Mejorana, La Rubia de Cádiz, Soleá la de Juanelo, Diego Antúnez, Enrique Butrón.

Los contemporáneos: Enrique Hermosilla, Antonio Jiménez “Mellizo”, Chele Fateta, Ignacio Ezpeleta, El Pollo Rubio, Aurelio Sellé, Macande, Manuel Ortega, Pericón de Cádiz, Manolo Vargas, el Mellizo Chico, La Perla de Cádiz, Amós Rodríguez Rey, Beni de Cádiz, Chano Lobato, Santiago Donday.

Otros Cantaores: María Armento, la Leñaora y La Cachuchera, La Fandita, Luís y Eduardo Porreta, José Lorente, el Niño de la Isla, La Fañaca, Antonio Díaz Soto el Flecha, Antonio Mangoli, Manolo Martín, La Mónica, Angustitas, Antonio el Troni, Paquiqui, Jacinto, Chanito Ortega, Manolo el Pintor, el Quiqui, Chirrinqui, el Cómico y agustín el Melu, Pelusa, Niño Alegría, Niño de la Cava, Chicharron, Chiquito de la Viña, Antonio almendrita, ramón Lora, Niño del Solano, el cuco, el Niño de la Rosa, Pichuli, Juanito Villar, Caracol de Cádiz, el Piti, La Careta, Juanito Martínez. El Cacarilla, el Bojiga, Niño de la Pelota, Alfonso el de Gaspar, Caramelito de Cádiz, Flores el Gaditano, Polvorilla, el Ruiseñor etc.




Este monumento se encuentra el la puerta del “Centro Municipal Arte Flamenco” en el barrio más flamenco de la ciudad (barrio de Santa María) en la Plaza de la Merced más conocida como la del piojito.


Esta información la podéis encontrar en el libro de Fernando Quiñones “De Cádiz y sus Cantes” llave de una ciudad y un folklore milenario.



3 comentarios:

  1. Hola!!!
    Buen día mi nombre es Tatiana soy administradora de un directorio de webs y blogs, estuve visitando tu página y
    me parece muy interesante, me gustaría contar con ella en mi directorio, si así lo deseas no dudes en escribirme
    tajuancha2010@gmail.com
    Un beso. Saludos.

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  2. Hola solo un simple comentario: el nombre completo del escritor Fernando Quiñones Chozas, por si quiere corregir el primer apellido Fernando Quillones.
    Por lo de tu blog muy bien interesante su contenido. Saludo

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  3. José A. Barberá2 de julio de 2011, 3:59

    Para mí, sería un orgullo, si completara la información del monumento, mencionando el nombre del autor. José A. BARBERÁ.
    un abrazo.
    www.escultorbarbera.com

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