martes, 8 de diciembre de 2009

Leyenda e Historia de Cádiz


1 Estrabón. 2 Homero. 3 Avieno.

Las más añejas referencias a Cádiz parecen hallarse en dos libros de la Biblia: el de Jonás, inquilino de la ballena, y el de Ezequiel.


También en la Geografía de Estragón, a través del héroe y navegante Menester, citado asimismo por Homero en el tercer libro de la Iliada, y en la Ora Marítima, de Avieno:

" Aquí la ciudad de Gadir..., aquí las columnas de Hércules".


Ya desde muy lejana antigüedad, e incluso en la Roma de Cicerón (siglo I a.C.), se identificaba a la perdida Tartessos con Gádeira, Cádiz, llamada por los griegos en plural: tá Gádeira.


Para los fenicios, Cádiz fue ya Gadir, palabra que significa castillo, lugar cerrado o recinto, Antonio Tovar interpreta como vocablo de origen africano, concretamente de Libia, que los fenicios incorporaron a su lengua y que daría lugar al romano, Gades.


Más que el Hércules, el mito de Eúmelos, hijo de un dios del mar y de Kleitó, y a quien describe Platón en su Kritias o informe sobre la Atlántida fabulosa, se nos muestra específica y realmente gaditano, entroncado por la platónica cita a los legendarios comienzos de Cádiz, aunque Hércules es el que sigue gozando del favor popular y contando en la ciudad y también en muchas de sus canciones, como fundador de la misma.


Himilco, el cartaginés que partió de su puerto para explorar las costas norteuropea cinco siglo antes de la era Cristiana, y otro remoto dato, justamente el de Estrabón, el gran geógrafo y viajero griego, quien recoge cierto escrito de un tal Posidonio, del siglo II a.C.


Posidonio, vivió un mes en Cádiz, refiere la aventura de Eudoxo, marino de su tiempo, quien viajó desde Alejandría, en Egipto, hasta Cádiz, con escala en Puzzuoli, cerca de Nápoles y en Marsella.

En Cádiz, Eudoxo divulga su idea de llegar a Asía por otro camino, constituyó el capital y fletó un gran barco y dos navíos menores, como los de los piratas, embarcó muchachas, médicos y artesanos, y se hizo a la mar hacia la India, llevado por los céfiros…


Para Luís Bonilla Cádiz fue cabeza del Primer Imperio de Occidente, mucho ante de la Gadir fenicia y de la Gades romana, situada ésta bajo el Cádiz actual, aquella junto a la caleta, por el Castillo de San Sebastián, donde hoy se alza el faro y ambas en la larga y estrecha isla de Kotinoussa, que unía a Cádiz y al actual islote de Santi Petri, el mar y los siglos transformaron la geografía del lugar.


El arqueólogo expone y razona las posibilidades de que fuese Cádiz y su bahía el corazón de la cultura tartésica e incluso el de la legendaria Atlántida.


En su opinión, los fenicios se impusieron a los tarteso-ibéricos, los derrotaron en una batalla naval liberada en aguas gaditanas, y el Imperio tarteso fue luego definitivamente liquidado por los primeros dominadores cartagineses.


Estrabón proporciona asimismo otras noticias gaditanas, algunas de las cuales son de tan subido encanto como las referidas al templo de Melktar-Herákleion, el Hércules gaditano cuyo santuario se alzaba al Sol cegador de la inmediata isla de Santi Petri y cuyo culto perduró hasta los confines de la Edad Media.


A la luz, mucho más clara, de la Historia posterior, y remontado el originario fondo gaditano de procedencia turdetana, ligur según algunos, que mezcló en la estrecha población costera con raza sito-árabes, fúndase, en fin, la primera fortaleza y luego la colonia fenicia de Gádir (al parecer sobre el 1100 a.C.), que comercia y trafica provechosamente, que ve crecer el diminuto núcleo urbano, que asiste a desavenencias y luchas en las que todavía participan los viejos ocupantes o vecinos tartesios.


El ejército enviado por Cartago para apoyar a Cádiz pasa a ser su dominador. Amílcar Barca, asentado en la ciudad oceánica, extiende sus conquistas a todo loo largo de la Bética


Es Cádiz la primera y la última plaza de Cartago en España. La roma victoriosa ha puesto ya sus miras en el antiguo y codiciado puerto atlántico, centro ideal de acuartelamientos y conquistas, el subiente Imperio Romano necesita a Cádiz, cuya acreditada jerarquía marítima y cuya esplendida posición en el litoral atlántico del Sur de España, llegan con la segunda guerra púnica, al cabo de repetidos y ensangrentados conatos para sacudir el yugo de Cartago y pasarse a Roma.


Cádiz lo logra el año 206 a.C., bajo Escisión, el verdadero fundador de la romanizad Ibérica; más tarde, el emperador Augusto fija limites y responsabilidad jurídica a Cádiz, que pasa a depender oficialmente del poder central, en Roma y a ostentar a su vez la capitalidad de toda su extensa región.


Llega a la ciudad, transformados, los viejos dioses helénicos, el puerto primitivo, La Caleta, se puebla de ágiles velas latinas.


Da comienzo a la dilatada, la espléndida romanizad de Cádiz, uno de los pilares de su duradera y contemporánea esencias europea.


Pero serán Hércules, los fugaces cartagineses, los fenicios sobre todo, quienes arraiguen como únicos antecesores en el moderno sentir popular de la ciudad.


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