sábado, 30 de mayo de 2009

Terremoto de Lisboa 1755, maremoto en Cádiz.

Las crónicas cuentan que el Día de Todos los Santos de 1755 amaneció esplendido en Lisboa, hacia las 9.20 de aquella mañana, en apenas dos minutos, la calma se convirtió en muerte, pánico y desolación.


El suelo tembló durante seis minutos y volvió a temblar dos veces más hasta un total de 17; la tierra se abrió en zanjas enormes.


Un par de horas después, un maremoto con olas de entre 6 y 20 metros dejó a la vista el lecho del río Tajo.


El maremoto posterior destruyó numerosas poblaciones del Algarbe y afectó gravemente a las costas de Marruecos, Huelva y Cádiz.


Las olas llegaron hasta Martinicos, Barbados, América del Sur, Finlandia… y las onda de choque hasta Voltaires, Kant y Rousseau. Los filósofos se encargaron de subrayar que aquella desgracia era un desastre natural que refleja la fragilidad humana ante la naturaleza.


Su efecto terriblemente destructor se produce al acercarse ala costa, al originarse una drástica disminución de la velocidad y de su longitud de onda, al entrar en aguas poco profundas, lo que motiva, al tener que conservarse su enorme masa de agua, el que la altura de la ola aumente monstruosamente, habiéndose detectados tsunamis con alturas de 20 a 30 metros.


Se tiene constancia histórica de olas de 18 metros de altura en el maremoto que asoló Cádiz en 1755. el efecto destructor lo origina, no solamente la altura de la ola, sino la enorme masa de agua asociada, apilada toda ella por encima de su nivel medio, sin romper, entrando sobre la playa a una gran velocidad.


El maremoto de Cádiz de 1755, a 5 metros de profundidad, ya cerca de la costa en más de 4km de longitud, sin romper, a una velocidad de unos 25km/h.


En Cádiz la altas olas rompieron las murallas portuarias, y el mar invadió la ciudad tres veces.


La violencia de las olas destruyó parte de las murallas de la zona oeste; el agua alcanzó tres metros de altura en el barrio de la Viña y atravesó la ciudad de Poniente a Levante, llegando al puerto, donde destruyó almacenes y mercancías.


También batió el camino de comunicación con San Fernando, dejándolo parcialmente cortado, devolviendo así a Cádiz a su estado de isla que ya tuvo al comienzo de los tiempos históricos.


En Conil donde las olas se llevaron las barcas y redes de las almadrabas. Los caminaos en la topografía costera tuvieron que ser importantes, con modificaciones en los estuarios, playas, fondos marinos


En Cádiz fue decisiva la actuación del gobernador que, ante el pánico provocado por el maremoto, prohibió salir por tierra y mar, lo que evitó miles de victimas, solo murieron 40 personas.


Fue prudente medida la de don Manuel Bonco, capitán de granaderos del regimiento de Soria, que se hallaba de guardia en la dicha Puerta de tierra, la del que viendo la multitud que corría a huir de la ciudad, y conociendo que todos iban a perecer al punto que se juntaron los dos mares, como así aconteció, no solamente dispuso que las Puertas de la ciudad fueran cerradas, sino también que sus tropas calasen la bayoneta y resistiese al pueblo, que ciego, en su peligro, se lanzaba a buscar otro mayor.


Algunos de los que lograron ganar el arrecife, parecieron víctimas de haberse juntado los dos mares, según temiera dicho señor Bonco.

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Los geólogos estiman hoy que la magnitud del terremoto de Lisboa sería de un 9 en la escala de Richter, con su epicentro en el océano Atlántico a unos 200km al oeste-sudoeste del Cabo de San Vicente.


Algún extraño fenómeno, cono titulaba Diario de Cádiz, sucedió en la playa de La Victoria a las dos de la tarde de 24 septiembre de 1957, los usuarios de la playa se vieron sorprendidos por un extraño fenómeno que causó la alarma de todos.


El agua empezó a subir de manera vertiginosa, acompañada de un fortísimo oleaje, de tal manera que rompió el muro de contención en que se hallaban colocadas las casetas de mampostería.


Fue tal la fuerza del mar que las casetas de maderas fueron arrancadas de cuajo y la mayoría de ella llevadas hasta mar adentro, desapareciendo en el horizonte.


Si fue un pequeño tsunami, asociado a algún movimiento sísmico, o no, sería un aspecto interesante de estudio.


En tanto no se implante un sistema de detención de tsunamis para los océanos Atlántico y mar Mediterráneo, parecido al existente en el Pacífico, con su protocolo de actuación correspondiente, solamente queda el recurso de la educación y prevención ciudadana ante estos fenómenos, conjuntamente con un sistema sencillo y eficiente de evacuación organizada.


De ejemplo, la salida de Cádiz- San Fernando, a lo largo de la playa de Cortadura, sería una trampa mortal, como ya lo fue en el de 1755.


Se tiene constancia de numerosos maremotos en el Golfo de Cádiz en época histórica, y hay que tener en cuenta que unos siglos no significan nada en los procesos geológicos.


El último maremoto tuvo lugar en 1969, aunque sus efectos casi no se notaron en nuestras costas. Los epicentros de estos maremotos se sitúan frente al Cabo de San Vicente, y son debidos al desplazamiento de las fallas existente en la zona de contacto entre la placa de Eurasia y África que se extiende desde las Azores a Gibraltar


El dominen los dislocamientos tectónicos de componente vertical aumenta la magnitud de los tsunamis


Hay que resaltar que el sureste de la península Ibérica es la zona con mayor riego de terremotos de todo el país, y el Golfo de Cádiz, de maremoto




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